Están por toda la casa, exponiendo entre sus ilustraciones inertes, épocas, sonrisas, sucesos, ausencias, alegrías y festejos en familia. Los contornos intervenidos por la impronta del artista, le dan el marco adecuado al conjunto.
Desde el fondo del retrato se proyecta en las retinas algún recuerdo feliz, inolvidable y al mismo tiempo melancólico de otros años, haciendo posible el milagro de volverlo a percibir exactamente.
La casa ya está en silencio, desde hace rato, algunos ruidos aparecen de vez en cuando, acompañando la voz inconfundible de los nietos que aun acuden al refugio.
No me quejo ya, de esta inevitable realidad, mis sentidos aun perciben el ocaso, me resisto si a lo que signifique esta edad que me sucede, suelo mirarme en esas fotos para proyectarme hasta aquí, hasta el mismo momento que mis signos cognitivos digan basta.