El mismo paisaje, muchos años transcurridos y pocos los cambios que ha podido hacer la naturaleza en su superficie, el aspecto lunar del entorno atrajo siempre a los padres para que junto a sus hijos disfruten de la naturaleza, el sol y los deslizamientos en tobogán desde la cumbre.
Tardes enteras de domingo acompañando a la familia con mate y torta para hacer mas agradable el paseo, el reparo del enorme espacio ayuda aun a tomar parte de juegos y corridas entre las jarillas porque la diversión casi siempre está asegurada.
Los intentos por querer repetir la historia con nuestros nietos no fue la mismo, aquellos tenían en sus genes el condimento para hacer mas sabroso el contacto con la naturaleza aunque hoy esa actitud ya no se percibe y el paseo no duraría todo lo que hubiéramos deseado.
La vida es asi, el avance irremediable del tiempo y de los años nos van haciendo desistir de ciertas agradables e inolvidables costumbres de integración familiar que los tiempos modernos están olvidando.