Un viaje por el norte, un proyecto imaginado muchas veces, la subyugante naturaleza de la puna, siglos de cultura ancestral conservados a la vista de tantos ojos sorprendidos, paseos interminables para conocer las maravillas de cerca.
Aunque paradójicamente por alli mismo, conviven los recursos destinados a satisfacer nuestras curiosidades, con la inequidad manifiesta de muchos pobladores de la zona, tal vez demasiados, pero claro el brillo de los portales dorados, importados desde la madre patria alla por el mil nosecuantos parecen oscurecer aun mas la miseria.
Muchos de ellos ni siquiera se animan a preguntar quienes somos y que miramos, que no los hacemos visibles, que solo rescatamos algunos relatos culturales de antaño sin siquiera lamentarnos por sus ahora, evidentes consecuencias.
Lamento no haber podido llenar mis ojos con todo lo que intentaron mostrarme los guías, hijos tal vez de los mismos Incas, poderosos guerreros del continente, cooptados por esta especie de comercio cultural moderno.
Me duele el alma saber que aun perdura entre los kollas la misma opresión dominante de otros tiempos, convencidos quizás del sacrificio indispensable para sobrevivir. Rostros adustos, macilentos e inexpresivos, observando al turista que les sonríe.
Me traje si, la sorpresa inevitable de haber estado tan al norte, recordando esos lugares mencionados en los libros escolares, pero nada mas, ya no quiero volver, de este modo no, quisiera ver las mismas maravillas desde lo mas profundo de mi corazón, desde la propia perspectiva de mi alma, sin consejos guiados, ni ofertas fotográficas del entorno.