Tenemos en nuestra localidad una entidad universitaria con características muy particulares que abarca diversos aspectos del arte y la cultura, el Instituto Universitario Patagónico de las Artes, situado en una zona privilegiada de la ciudad en donde se erige esta estructura, expresión artística que simboliza el espíritu humano donde habitan las diversas expresiones artísticas.
Para el autor de la obra, seguramente, era una visión lógica plasmada en ese conjunto de facetas ensambladas delicadamente y expuestas en ese espacio tan especial para orgullo de los observadores que transiten por alli.
Inclusive la tonalidad blanquecina del monumento tenía como objetivo demostrar la pureza y la serenidad de las emociones que dan lugar al arte y sus expresiones.
Pero claro que tanto espacio limpio solo sirvió para que algunos desaprensivos dejaran asentadas sus ideas, sus expresiones y también sus quejas en descuidados y grotescos grafitis.
Me imagino que la solución de manchar el conjunto con pinceladas coloridas fue un intento por desalentar a los insolentes, pero no puedo dejar de pensar en lo permisivo del acto, que me sitúa invariablemente en la confusión social en la que estamos viviendo.
Ocultar los verdaderos valores del espíritu artístico, cediendo el lugar al colorido desorden de lo irreverente e irrespetuoso, sin resquicio alguno para lo honroso, digno y honesto.