Cría cuervos y…

Cría cuervos y…

Dice algo así el conocido refrán que nos hizo dudar cada vez que lo escuchamos, referido a la ingratitud y a la actitud egoista de alguien tal vez no merecedor de nuestra confianza y respeto.

Sin embargo es muy común observar en muchos sitios de nuestra ciudad la presencia de estas réplicas del ave en cuestión, escudriñando el entorno en donde se encuentran instalados, creando, según dicen, una especie de temor y pánico entre nuestras tan queridas palomas.

Con el advenimiento de los cambios a partir del momento en que la pandemia se apoderó de nuestras acciones, muchas especies han dejado de ocultarse de la vista del ser humano, de tal modo que la reciente presencia de ellas en nuestras vidas cotidianas nos ha hecho reflexionar sobre las actitúd que les hemos mostrado durante tanto tiempo.

En particular las palomas que eran el blanco fácil de mas de un practicante del tiro al pichón, ahora sobrevuelan por sobre nuestras cabezas, agitando sus alas y llenando las tardes cálidas con sus arrullos monótonos, entre otras cosas.

Pero lamentablemente son aves de intestino muy liviano y así como vuelan también desparraman sus heces por donde transitan, siendo este acto natural un flagelo para los frentes, escaparates, rejas, faroles, carteles, automóviles, etc. que sufren la corrosión propia de la química de sus excrementos.

Asi es entonces que entre otros dispositivos modernos se comercializan estos cuervos ahuyentadores que instalados en lugares estratégicos, crean el clima del recelo entre las especies colúmbidas.

Tal vez no lo sea tan cierto como lo pregonan por ahi pero ya están entre nosotros.

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